El título de este post es el de un libro escrito por Walter Riso, psicólogo clínico y psicoterapeuta y cuya lectura recomiendo si lo estás pasando mal por como te sientes en tu actual relación de pareja.
El amor en la pareja debe ser en el balance global de la relación una experiencia sana y saludable, en la que primen más los encuentros que los desencuentros, más la alegría que la tristeza, una experiencia basada en la sintonía, la confianza mutua, y la complicidad. Eso no quiere decir que el amor no lleve de la mano experiencias o momentos de dolor. Esta es una experiencia inexorablemente unida al amor. Pero a diferencia de lo que sucede en la dependencia afectiva (o adicción), ese dolor se afronta, se acepta y se supera, alejando de la relación los fantasmas del resentimiento, la culpa, la deuda continua y el sometimiento. Si estas palabras resuenan con intensidad en tu conciencia, tal vez necesites ayuda a través de un proceso psicoterapéutico.
Por eso, dejo por aquí algunos ejemplos que pueden ayudarte a identificar si mantienes una relación afectiva sana, o si por el contrario tu relación se basa en la dependencia y por ende en el sufrimiento:
- Tienes la sensación de estar con una persona que no te hace feliz, y aunque pesan más los “contras” y las desavenencias, no te sientes con calma para decidir sobre aquello que crees que necesitas o que es mejor para ti…
- Tu relación se mueve en el eje “dominancia-sumisión”, sin intercambios igualitarios y con la percepción de que existe un desequilibrio constante en tu relación de pareja.
- Si mantienes una relación por miedo a la soledad. Si necesitas escuchar constantemente “te quiero”, “te echo de menos”, “sin ti mi vida no tiene sentido…” y un largo etcétera de cargas afectivas que se ponen sobre la otra persona y que terminan por desequilibrar la relación, instalándose constantemente en la angustia y la amargura.
- O como escuchaba de un paciente en sesión, “he conocido a una chica pero no me da lo que necesito…” Las relaciones de pareja sanas no se pueden basar en la satisfacción de necesidades personales sino en un encuentro en el que cada uno se hace cargo de su historia, de sus debilidades y de sus necesidades, encontrando en el otro un apoyo con el que recorrer un camino juntos, mejor y en sintonía con el destino que nos depara la vida, aceptando lo que es y lo que no puede ser (a pesar del dolor), lo que se nos da y lo que se nos niega…
- Si experimentas una sensación de tristeza y vacío en tu relación que no puedes resolver y que tal vez afrontas a través de la ingesta descontrolada de alimentos (ingesta emocional), del consumo de alcohol, drogas u otras conductas adictivas, conductas que se convierten en mecanismos patológicos para perpetuar el sufrimiento y la dependencia. Mantienes así el barco a flote, hasta que se hunda por el propio peso del dolor.
Todo lo anterior son indicios “sutiles” de la dependencia. El problema es mucho más claro más cuando aparecen situaciones como la agresión verbal (ni que decir del maltrato físico), la humillación, el desprecio, la coacción o la limitación de libertades… En estos casos en mi experiencia suelo ver gente en consulta con un intenso sentimiento de culpa, con ideas constantes sobre el sentido de la vida, con planteamientos respecto a si sería mejor no vivir o incluso quien se plantea el suicidio como solución activa a su malestar. En cualquiera de estas situaciones recomendaría reflexionar sobre la posibilidad y la conveniencia de solicitar ayuda psicológica especializada…