¿Qué es una adicción? Adicto procede del latín addictus, que significa originariamente “dedicado a” o “entregado a algo”. Vayamos pensando en su concepción, esto es, “dedicado a” o entregado a” la droga (del tipo que sea), al juego, o la comida, a una persona, a las redes sociales, al sexo, a los llamados “tranquilizantes”… El término latino addictus también hacía alusión en tiempos antiguos a un tipo de esclavo, significado que dicho sea de paso cobra mucho sentido porque se es esclavo de algo o de alguien, ¿no es así?
Otra cuestión. Adicto se compone del sufijo “a”, que indica negación, y del vocablo “dicto”, que significa “dicho”. En este sentido, tal y como me explicaba una magnífica terapeuta con la que me formé durante mi etapa como psicólogo clínico en un hospital, adicción significa desde el punto de vista psicoanalítico “lo no dicho” o “lo no hablado”. Así, no es de extrañar que las adicciones no suelen ser reconocidas por el propio sujeto ni habitualmente reveladas a la familia hasta que la persona que lo sufre no experimenta un nivel de sufrimiento tal que este empieza a resultar insoportable por su impacto en la pareja, en la economía familiar, en lo laboral, en lo académico en el caso de los menores, etc. Así pues, llegado a este punto, hagamos la siguiente pregunta: ¿qué pasaría si yo, con una adicción, hubiese sido capaz de hablar antes sobre lo que me pasa? Siempre es difícil, no cabe duda, hay que ser muy valiente para hacerlo. Sin embargo, estoy convencido de que si algunas personas hubiesen dado este paso probablemente no se habrían arruinado, o lo habrían hecho en menor medida; tal vez no habrían echado por tierra su relación de pareja o quizás podrían haber evitado otras consecuencias derivadas de la adicción. Recuerdo el caso de un hombre que mantenía en secreto su adicción al juego y en el que cuanto más tiempo pasaba mayor era su deuda… hasta que explotó.
En esencia, no comunicar lo que nos pasa o lo que sentimos ya es en sí una forma de comunicar, eso sí, patológica, porque en la comunicación humana existe un axioma (o principio) que dice que “es imposible no comunicar”. Así, si estoy triste, se me ve en la cara o al menos será muy difícil disimularlo; y si estoy angustiado se verá reflejado en mi conducta sencillamente porque es muy difícil vivir “como si no pasase nada”. Si nos vamos a ejemplos concretos, no es de extrañar que cuando no funciona una relación de pareja, por ejemplo, exista un mayor riesgo de que aparezca una adicción al juego, al alcohol, al móvil… Lo mismo puede suceder cuando la comunicación no fluye en el seno de una familia (en estos casos es habitual que los chavales suelan refugiarse en las redes sociales, en relaciones patológicas con la comida en forma de trastornos de la conducta alimentaria, etc.). Por todo ello, si te sientes atrapado o atrapada en la relación con una sustancia o en una adicción no biológica (comida, redes sociales, juego, relaciones sexuales, etc.), habla, comunica, di lo que te pasa y afronta este desafío. Lo más difícil ya está hecho…