Circularidad o sobre el porqué del conflicto permanente en la pareja

Hola lector/a. En este post vamos a reflexionar sobre el porqué del conflicto permanente en la pareja (aunque no necesariamente tiene que ser en una relación amorosa, puede ser también en la relación entre un padre o madre y un hijo o hija o incluso entre dos amigos, si bien es cierto que en este último caso la salida es fácil porque no suele existir una relación afectiva ni de dependencia propia de las relaciones amorosas…).

Vayamos al caso. Pongamos por ejemplo la relación de pareja entre Javier y Paqui (en este caso una relación tradicional, pero igualmente válido para cualquier otra relación). Javier, los fines de semana suele llegar tarde a casa y, en ocasiones, bebe; Paqui, por su parte, se encuentra deprimida y tiende a pasar mucho tiempo en la cama. Ésta suele ser la escena habitual en mi consulta: cuando le pregunto a Javier por su hábito con la bebida tiende a explicarme que se siente solo, responsabilizado por la carga familiar de la casa, y que cuando llega después de una larga jornada de trabajo su mujer “no está de ánimos” (no como a él le gustaría, claro está); y por otro lado, cuando le pregunto a Paqui por su malestar, tiende a explicarme que su marido es egoísta, que piensa poco en ella y que además tiene un problema con el alcohol (y no le falta razón). Bien, el caso es que llevan en esta situación dos, tres, cinco o diez años, o tantos como sigan buscando “la culpa” del problema en el otro. Y así, se eterniza el sufrimiento entre ambos.

Lo que sucede en la relación entre Javier y Paqui tiene que ver con lo que llamamos circularidad en terapia sistémica, que quiere decir que el estado de ánimo o la conducta de una persona influye en el estado de ánimo o la conducta de la otra, de manera que si A influye en B, para que cambien las cosas A no puede depositar la responsabilidad del cambio en B, ni viceversa. En nuestro caso, si seguimos así, probablemente Javier continuará con su hábito enólico y con sus salidas nocturnas y Paqui seguirá triste y deprimida.

¿Qué hacemos entonces? En la mayoría de los casos creo que la solución pasa por responsabilizarse cada uno de su dolor, de su sufrimiento y de sus errores. Creo que lo contrario hará difícil encontrar una solución efectiva al problema. En nuestro caso, ¿se ha preguntado Javier por qué su mujer “no está de ánimos”? ¿Ha valorado en algún momento buscar solución a su problema con el alcohol? ¿No ha pensado que quizás sería recomendable pasar más tiempo en casa? Yendo más allá, ¿por qué está con Paqui? Y en el caso de Paqui, ¿acaso no existe otra alternativa distinta a encamarse? ¿Por qué no pone un límite ante esta situación? ¿Por qué mantiene su relación con Javier? Los problemas no tienen siempre una solución fácil, eso es más que evidente. Tanto es así que algunas personas no consiguen cambiar nunca el rumbo que siguen sus vidas a pesar de soportar un intenso malestar. Por eso, a veces hay que cambiar la dirección, el foco, para intentar encontrar así una solución distinta a lo que nos sucede. Para eso, precisamente para eso, está la psicoterapia…